Entradas

Mostrando entradas de julio, 2025
Imagen
“Sesiones para una vida sin atajos” Por Lola T. Hay días en que el alma se pone incómoda. No se trata de grandes crisis, ni de rupturas espectaculares —esas que generan likes y copas de vino entre amigas—. Me refiero a ese silencio molesto que se instala entre lo que uno vive y lo que uno desea. A esa sensación de estar funcionando , pero no viviendo . ¿Te suena? En un mundo que nos quiere eficientes, productivos y optimistas, sentarse a hablar de lo que no encaja, de lo que duele o simplemente no encuentra nombre, es casi un acto de resistencia. Una pequeña revolución íntima. Las sesiones —sí, esas que algunos confunden con coaching, terapia o filosofía de café— no son un espacio para corregir lo que está “mal”, sino para escuchar lo que aún no fue dicho. No hay fórmulas. Hay pausas. No hay diagnóstico. Hay presencia. Y una pregunta: ¿desde dónde estás viviendo tu vida? Esta propuesta, llamada Acompañamiento Existencial Integrativo , no pretende salvarte de nada. Ni siquiera pr...
Imagen
  ¿Llamar o no llamar después de tanto tiempo? El dilema eterno Recibo una llamada de una amiga con esa voz que ya conozco demasiado bien. Es una mezcla de culpa y curiosidad, un tono entre el susurro cómplice y la confesión de quien se está por lanzar —una vez más— al abismo de lo conocido, pero no resuelto. —No sé si llamarla. —¿A quién? —A mi amiga. Bueno, ex amiga. Bueno, no sé. Y ahí empieza todo. De eso que queda cuando la conversación se termina, pero el lazo, por alguna razón, sigue ahí, flotando, como un archivo en la nube que no sabes si eliminar o simplemente dejar olvidado. Silenciar es una manera de poner pausa. No llamar es una forma de decir “no más”. Llamar, entonces, se convierte en un acto casi ritual. No siempre significa reconciliación, ni siquiera perdón. Los estragos de la inocencia, la edad y los impulsos. Una vez, inesperadamente, hasta a mí me cogió por sorpresa, llame a alguien muy importante para mí. No para saldar cuentas sino solo, por pura ...
Imagen
  La infancia no termina a los 12:  lo que el adulto hereda del niño que fue. “Hay una parte de ti que no creció, no porque no pudiera, sino porque nadie estuvo allí para sostener su llanto.”   Aunque creamos haber dejado atrás la infancia, muchas de nuestras reacciones adultas son ecos de un niño interior que aún espera ser visto. Esa voz que estalla en un conflicto, ese dolor sin razón clara, suele provenir de antiguas heridas no atendidas. No se trata de caprichos ni debilidades: son defensas aprendidas por un niño que tuvo que adaptarse para sobrevivir afectivamente. Aprendimos a agradar, a callar, a ser fuertes. Pero esas máscaras, de adultos, se vuelven prisiones. A menudo, una escena aparentemente inofensiva –como un dibujo ignorado– se convierte en la semilla de una creencia devastadora: “No soy importante”. Y ese dolor no resuelto se reactiva en cada vínculo que no nos valida. Reconocer al niño interior es notar cuándo nuestras emociones nos sobrepasan, cuá...